De los atractivos de la capital provincial a los encantos de Paso de la Patria, Ituzaingó y Empedrado.
Las playas ya comienzan a llenarse en primavera. Un músico saca una guitarra y comienza a cantar ese himno correntino llamado “Kilómetro 11”.
El paseo náutico -y chamamecero- por la ciudad de Corrientes puede ser el primer paso para iniciar un recorrido por el corredor Paraná Norte, con sus esteros, puntos de pesca deportiva y más de un millón de hectáreas naturales protegidas en el litoral argentino, además de los saberes de su herencia guaraní.
Ituzaingó
La ciudad está ubicada a 230 kilómetros de la capital correntina. Y es uno de los lugares para hacer base y recorrer el Portal Cambyretá, una de los diez puertas de acceso a los Esteros del Iberá, esa maravillosa sucesión infinita de lagunas, bañados, montes y fauna exuberante.
Cada uno de los portales de ingreso a los esteros tiene su magia y su particularidad. En este caso, los espejos de agua no son navegables y su principal atractivo está en el avistaje de aves. Más del 30% de las existentes en todo el país habita en esta región.
Para entender más sobre la naturaleza del lugar y su gran diversidad, dos buenas paradas al regreso son el Centro de Interpretación del Corredor de Naturaleza del Litoral y el Centro de Aves del Iberá, ubicados en Ituzaingó. La visita a la Central Hidroeléctrica Yacyretá, con entrada gratuita, es otro de los imperdibles en el lugar.
Paso de la Patria
A poco más de 200 kilómetros de Ituzaingó, por la Ruta Nacional 12, está uno de los destinos de pesca por excelencia de la provincia y un lugar con gran historia; por ejemplo, las luchas libradas en estas tierras durante la Guerra de la Triple Alianza.
Una ciudad de menos de 10 mil habitantes con gran historial en el turismo, que el último verano recibió a casi un millón de visitantes. Aunque la pesca es su atractivo más conocido, también ofrece una gran oferta de deportes, playas y paseos náuticos, como el que ofrece Careca Pesca desde Punta Querini.
“Aquella es Isla del Cerrito, en el Chaco. A este banco de arena le llaman La Isla de los Enamorados”, cuenta el guía Marcelo Liotta mientras su lancha navega plácida por el Paraná.
Y otras vecinas buscan las mejores piezas de dorado, surubí y boga, entre otras. En el paseo, el guía marca la confluencia con el río Paraguay y las zonas de pesca, y habla de las corrientes del agua. Cuando termina el día, la cena hace honor a la jornada: pacú a la parrilla.
Empedrado
En el margen oriental del río, Empedrado ofrece algunas de las barrancas más bellas -y escarpadas- sobre el Paraná, además de algunas casonas dignas de la Belle Époque. Para disfrutar de los atardecer en ese entorno, una buena opción es Los Gallardos, un emprendimiento que ofrece degustación de quesos de elaboración propia y vinos.
Cuando cae el sol, en unas tablas se sirven los quesos y una copa de vino. A lo lejos las barrancas, y más allá, el Paraná. La postal bien merece un brindis.
Fuente: Clarín.